jueves, 29 de diciembre de 2016

CONCURSO DE RELATOS

¡Hola, hola pequeños divergentes!
Bueno, aunque un poco tarde, aquí os traigo el primer relato ganador de el concurso de relatos
Es verdad que dije que publicaría cada viernes un ganador, pero con las navidades y los exámenes a la vuelta de la esquina, me ha sido imposible, lo siento. Así que, aquí os dejo el primer relato ganador.
¡Espero que os guste y que no olvidéis comentar! Y, por supuesto, ¡no olvidéis mandar vuestros relatos!

Era una noche fría, llovía a mares y la oscuridad evadia a mis retinas de la realidad. Seguía sintiendo esa presión en mi pecho, a cada paso que me adentraba más en aquel bosque este se hacia más intenso, aunque mi yo interior insistía en que parara, que diera la vuelta e hiciera como si nada de esto hubiera pasado había una sola razón más fuerte que todos los motivos que tenía para dar medía vuelta y eso me daba fuerzas para continuar.
Aún sin aliento del insaciable dolor que se apoderaba de mi seguía el camino haciendo caso omiso a las señales de peligro que poco a poco se dejaban ver en el camino.
Tras minutos insaciables de camino con la ansiedad que me producía tal oscuridad y sin aliento apenas la vislumbre en el final de aquel camino, era una luz cegadora, por fin la encontré, allí,  oculta, como si su vida fuera a desvanecerse delante de mi, me miraba con sufrimiento, la sentía estremecerse.
Solo permanecí quieto, mis músculos no respondían en aquella situación, mi cerebro decía huye pero mi corazón aun abatido de dolor decía salvala corre queda poco tiempo, entonces, y solo entonces sucedió, sentí una presión en mi cuello, unas manos frías aprisionaban mi yugular fuertemente y sentí que no podía respirar, el dolor del pecho remitió y poco a poco sentí que no tenia fuerzas, caí, caí de plomo al suelo, no tenía fuerzas, entonces me percate de esos rasgos tan familiares, el individuo alto y fuerte se puso frente a mi y me dijo con lágrimas en los ojos
-Lo siento hermanito, pero el sacrificio es el método de salvación de la humanidad. Lo último que escuche fue el sonido de la pólvora al lado mía y un charco de sangre que me inundaba

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